Todos cumplimos años, es ley de vida. No solamente las personas, también lo hacen las instituciones formadas, al fin y al cabo, también por personas.

Es un momento de celebración, de reunir a los amigos, de brindar por el futuro. También es el momento de recordar el pasado, de rendir un tributo a la memoria, a aquello de lo que te sientes orgulloso cuando celebras un aniversario.
Por eso, si mi asociación celebrara su aniversario, me acordaría en primer lugar de nuestro amigo Santiago Rosales. Sin su apabullante campaña de publicidad seguramente nadie se acordaría. Gracias, Santi, de forma sincera.
También escribiría algunos artículos en la página de mi entidad si no fuera porque esa página ahora se hace desde Madrid y se dedica a cosas más comerciales. O, simplemente, sirve de recordatorio de lo que ahora es esa entidad, de lo que algunas personas han querido siempre que fuera.

También me acordaría de como fundamos una federación internacional y que El Prat fue la sede. Pero, claro, la sede ya no está en nuestra ciudad y no volverá nunca.
Igual con el scrabble escolar. ¡Cómo me gustaría celebrarlo! Desgraciadamente, un perro muy gracioso de color blanco fue su primer referente pero tampoco podemos celebrarlo porque también ha desaparecido tristemente. Quizá, algún día el scrabble escolar vuelva a El Prat y podamos hacerlo.
Pero, por suerte, el scrabble florece en nuestra ciudad y eso sí que debemos celebrarlo.

Me he acordado de muchas personas en los artículos que he escrito estos días pero como ya dije me olvidaría de muchos más. Por eso, citaré a algunas personas muy importantes que no hemos mencionado hasta ahora. Por ejemplo, a Dani, que desde la recepción del Cívic nos ayudó como si fuera un organizador más. O a Hèctor, del projecte Joc, que participó en las primeras actividades de scrabble escolar y que consiguió que el ayuntamiento de El Prat comprase treinta juegos de scrabble, quince en castellano y quince en catalán.

O a Koldo, al que no supimos iniciar correctamente en el juego y que huyó después de su primera derrota en un campeonato por falta de preparación.
O a Albert Rodríguez, que venía por las tardes vestido de ciclista, para ayudarnos con nuestra primera liga en catalán. O a Carmen, que también participó con nosotros por aquel tiempo.

Y a todas las demás personas que no recuerdo pero a las que debemos felicitar y celebrar con ellas. Recordando siempre que los aniversarios nunca deben hacernos negar nuestra memoria.

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